Zirahuén, entre el mito y la realidad

Se dice que hace unos cuantos años, cuando los primeros españoles aún exploraban las tierras hoy mexicanas y que por aquellos entonces, esta en concreto de las que les voy a hablar, pertenecía a los purépechas, hoy en día Michoacán, husmeaban un grupo de estos al mando de un capitán de corazón vacante.
Mientras tanto Tangaxoan, un cacique purépecha muy al pendiente estaba de sus movimientos. Les espíaba entre los frondosos bosques de la región muy preocupado y no sin cierta razón, de que su poder fuera absorbido por el naciente Imperio español, pero no de que le fueran a levantar a su hija.
Ni por asomo.
Por lo menos eso es lo que se cuenta, pero lo cierto es que esas cosas pasan…
Y siguen pasando…
La mujer en cuestión, es decir; la hija de Tangaxoan, aquella que finalmente iba a ser tangada… se llamaba Eréndira.
Se dice que la belleza de la joven Princesa era de fama por toda la región.
También se dice que fue raptada por el perdidamente enamorado capitán, de quien a su vez se dice que en sus prioridades, la conquista de nuevas tierras para la Corona de Castilla no tenía un lugar preponderante, en cambio si la felicidad junto a su joven amada.
Como era normal ni uno ni otro estarían conformes con su labor, ni Tangaxoan ni el rey de turno. Aunque por las fechas se puede imaginar que el de turno estaría en las mismas que el capitán en alguna casa en el lejano Flandes.
Eso también se cuenta, pero no forma parte de esta leyenda…
Sin embargo y al parecer, la que nunca estuvo de acuerdo con nada de esto, era la misma Princesa, como bien es de suponer.
Su llanto era tal, que llegó una noche en la que los dioses Juriata y Xaratanga…
A mi no me pregunten, tal cual así se llamaban…
No se sabe cual de ellos o si fueron los dos, que pensaron que las lágrimas de la hermosa Princesa fueran tan caudalosas que poco a poco irían formando una laguna, mientras a esta le salía una gran cola como la de los peces.
No se sabe sí todo esto fue piedad o por venganza… pero todos cuentan y dan fe de que tal que así fue.
Del enamorado capitán no se supo más… pero aún hoy un día si tienes suerte podrás ver a la Princesa nadar.
Yo la verdad no me creo nada, pero todos coinciden en que mejor que se aparezca la Princesa y no el capitán…
